viernes, 3 de noviembre de 2006

De Roberto (I)

Parece que me es más sencillo escribir que hablar sobre estas cosas sobre las que escribo, seguro que es un rasgo de debilidad o de miedo al enfrentamiento.

Creo que toda mi vida he intentado esforzarme por que nadie me odiase, por quedar siempre bien, por encima de todo. Y claro eso es imposible, no puedes caerle bien a todo el mundo ni todo el mundo puede caerte bien.

No se si estoy preparado para escribir sobre esto, no se si una vez escrito lo publicaré o se quedará en un texto olvidado en el fondo de mi ordenador pero creo que después de un año escribiendo y muchos otros compartiendo debo escribir sobre Roberto.

Por otras entradas sabéis que Roberto es mi mejor amigo, y llevamos jugado al ratón y al gato casi desde que nos conocimos…

A Roberto le conocí cuando volví de Barcelona, me asignaron en verano de ese año ser el gerente del centro más grande de la compañía y Rober llevaba poco trabajando allí. Un chico alto, ojos verdes ocultos tras unas grandes y negras cejas y una perilla que ocultaba casi toda su cara. No recuerdo si me porté bien en esos comienzos con el, se que al poco empezó a despuntar por responsabilidad, compromiso y dedicación, todo ello no exento de peleas y discusiones eternas tanto conmigo como con Karlos.En una conversación muy seria en el despacho, fue el momento cuando empezó a cambiar nuestra relación, le dije que necesitaba su ayuda para llevar la tienda y me respondió con creces. No se por qué, recuerdo especialmente el día que se cambiaron los uniformes y el fue el primero en cambiarse, entusiasmado por ese nuevo uniforme (las cosas que tienen las empresas tipo yankee).

Poco a poco, la relación laboral se fue convirtiendo en relación amistosa, es un curro que te hace formar lazos con compañeros rápidamente, y requiere unas dosis de dedicación que ningún trabajo merece, además yo tenia una vida centrada exclusivamente en el trabajo, así que poco a poco mis compañeros en general, y los del turno de tarde en particular, se convirtieron en las personas con las que salía después del trabajo, fueron buenos años.

Ahora con el tiempo, habría que preguntarse si me quedaba después de mi jornada 4 horas hasta que acabara Roberto, solo por dedicación o por estar mas tiempo con el, porque la verdad, me lo pasaba genial y formamos un grupo con el turno de tarde que echo de menos.

Yo está claro, lo supe mas tarde, sentía algo, que yo identificaba con amistad, pero por aquel entonces Roberto se echó novia, para más enjundia, una chica del mismo trabajo, así que poco a poco dejamos de hacer tantas cosas, de vernos los findes… Así que lo que sentí fue desapareciendo por eso de ser imposible.

Lo peor vino después, yo empecé a salir con alguien, Gustavo, un chico muy majo y al que acabé haciendo daño, y Roberto iba a dejarlo con María, porque resulta que también él sentía algo por mi, pero nunca había pensado que eso fuera posible, toda su vida se había negado esa posibilidad. Por ese momento se dio cuenta que era yo quien le gustaba, pero y pese a haber compartido muchas historias, decepciones, alegrías y penas yo no le había dicho que me gustaban los chicos, lo que le hizo dudar siempre si atreverse a decirme nada. Para esas alturas ya veía a Roberto como un amigo, y ya que nos veíamos menos por nuestras respectivas circunstancias pensé que apuntarnos a un gimnasio cerca del curro nos haría seguir compartiendo tiempo juntos, pero para el no era suficiente ya que sabía que me iba para estar con otro, incluso para confirmarlo me siguió un día aunque no llegó a ver a Gustavo.

Ya una vez la historia con Gustavo se terminó, y nos cambiamos a un gimnasio espectacular, el Holmes Place, fue cuando le dije que salía con un “el” y no una “ella”. Fue genial poder compartirlo con el, un gran alivio, la primera persona que me conocía que lo supo, y aunque me costó mucho tiempo, fue la persona que mas garantías me dio de que todo iba a ser igual o mejor después de saberlo.

Pero todo se complicaría aun mas quizás por mis eternas dudas y mis miedos, escudados siempre en una falsa seguridad y en una coraza de frialdad para evitar acercarme a nadie. Apareció Valentín en escena, Roberto lo vio como alguien que se interponía entre nosotros dos, y la cosa fue a peor, Roberto me reclamaba una atención no justificada por mi parte, nunca había pasado nada, y Valentín era persistente e insistente, así que Roberto acabó sufriendo mucho, tanto que incluso se fue de la tienda en donde trabajábamos juntos y a la vez de mi vida.

Lo siguiente que pasó está documentado aquí, incluso Roberto y Valentín se empezaron a llevar mejor, fuimos a la Warner los tres, no se como le sentó aquello a Roberto se que hizo aquel esfuerzo por mi.

También conocéis lo mal que lo pasé cuando decidí que la historia con Valentín se había acabado, pero no sabéis que en ese momento Roberto, cansado de esperar su turno, de estar ahí siempre para mí, reclamo lo que nunca tuvimos, aunque quizás yo debí decir que no o esperar, porque recién terminada la historia con Valentín no era el mejor momento de empezar nada. No se si se puede decir decir si siquiera que empezáramos algo, fue extraño, el me dijo que era yo el que decidía si estábamos o no, y que el Viernes empezábamos, el Sábado estábamos juntos y el Domingo le dejaba. Imagino que yo sentía que no era correcto, que estaba haciendo algo inadecuado, no nos dejé estar juntos simplemente

Y a partir de ahí una sucesión de momentos dolorosos, siempre provocados por mi, solo amando a alguien se puede pasar una y otra vez por esas situaciones, porque siempre volvimos a vernos, siempre quisimos mantener la amistad por encima de todo, pero se hizo insoportable para Roberto imaginarse que yo quedaba con otras personas, e incluso se produjo alguna situación desagradable, hasta que me dijo que lo mejor era no vernos más. Pero aun así llegamos a coincidir al día siguiente saliendo cada uno por un lado, algo increíble pero que empezó a hacer que me diera cuenta lo mucho que me afecta lo que piense o lo que sienta.

No hay comentarios: