viernes, 26 de octubre de 2007

De bisexualidad

COPIO Y PEGO EXTRACTOS DE UN ARTICULO MUY INTERESANTE DE Miguel Arroyo, PUBLICADO EN Revista de sexología. Número 6 Mayo del 2004

“Hablamos de la bifobia, articulada a su vez en otras dos fobias más específicas: la homofobia (el terror que sienten los hétero a perder su identidad si cometen el acto prohibido) y la heterofobia (la evitación de toda relación hétero una vez que se ha adoptado la identidad homo, marcada como negativa por la sociedad).

“Hemos resaltado en los ejemplos anteriores el uso que se hace de verbos como ser y volverse porque es muy significativo cómo el uso del lenguaje refleja, y a su vez refuerza, la idea de que los calificativos homosexual y heterosexual son identidades permanentes o hacia las que uno transita sin posibilidad de dar marcha atrás. Podemos decir: es nervioso, gordo, tonto … (características permanentes) o está nervioso, gordo, tonto… (situaciones circunstanciales). Sin embargo raro sería oír que alguien está heterosexual o que está homosexual, excepto cuando hablamos en broma, como en este chiste:
Un hombre que de joven había sido muy aventurero, está mostrando a sus amigos las fotos de todas sus conquistas.-Mirad, esta rubia es Monique, la conocí en París; esta morenita se llamaba Barbra, inglesa; y aquí está Brigitte, una italiana verdaderamente ardiente; y aquí tenemos a Roberto…- ¡¿Roberto?!–exclaman sus amigos.- Sí, eso fue en Guatemala.- Vaya, ahora va a resultar que ERES maricón.- No chicos, eso fue un día que ESTABA yo un poco maricón.

” Quienes han profundizado en el funcionamiento de la psique saben que el afecto sexual - la atracción o deseo sexual-, puede ir dirigido en principio hacia personas de cualquier sexo, dado que la naturaleza del ser humano es bisexual: “todas las personas, aun las más normales, son capaces de elección homosexual de objeto, la han consumado alguna vez en su vida y la conservan todavía en el inconsciente”-decía Sigmund Freud.
Los estudios científicos de la conducta sexual humana confirman lo artificial que es esta diferenciación; por ejemplo el de Alfred Kinsey, en los años cuarenta del pasado siglo, acerca de la conducta sexual del varón blanco norteamericano: Recordemos la famosa escala Kinsey.
Desde la biología, quienes han observado la conducta sexual de los mamíferos han encontrado multitud de ejemplos de actividad sexual entre miembros del mismo sexo. Por ejemplo, los bonobo, una especie de chimpancés muy inteligentes y bastante cercanos a los humanos desde el punto de vista evolutivo, suelen divertirse practicando entre sí juegos eróticos, sexo en grupo, felaciones, besos en la boca, mutua frotación de los genitales…independientemente del sexo biológico de los participantes y, desde luego, sin la existencia de tipos específicos de chimpancés macho o hembra “homosexuales”.
Los datos aportados por la antropología también hacen zozobrar esta clasificación binaria. Sabemos, por ejemplo, que en los países árabes y latinos el ideal de masculinidad no excluía tradicionalmente la posibilidad de mantener contactos sexuales con otros hombres, aunque siempre dentro de un estricto marco de dominación, heredado en muchos aspectos de la cultura grecorromana: en estos países, especialmente en las clases bajas, aún el hombre puede ganar placer de otro hombre sin detrimento de su masculinidad, siempre que relegue al otro al papel de pasivo oral o analmente. En México, por ejemplo, siguen existiendo términos populares, como mayate o picador, que se emplean para designar al hombre bisexual activo que mantiene contacto con putos o jotos (hombres sexualmente pasivos) además de con mujeres; según la distinción entre homosexuales y heterosexuales proveniente del mundo anglo europeo, sin embargo, cualquier contacto sexual con otra persona del mismo sexo sería razón suficiente para clasificar a esa persona como “homosexual” y excluirle de toda relación “heterosexual”.
La historia nos enseña que la categoría “homosexual” es de cuño relativamente reciente en occidente (siglo XIX). Hasta entonces, la actividad sexual entre personas del mismo sexo biológico se había concebido más como un pecado que cualquiera podía llegar a cometer (igual que otros que atentaban contra la sexualidad reproductiva como la zoofilia) más que como una identidad permanente, tal como suele concebirse hoy en día en occidente.
De hecho, hasta finales del siglo XVI el término “sodomía” englobaba tanto las relaciones homosexuales como la zoofilia y la penetración anal en las relaciones entre hombre y mujer. Sospechosamente, el término “homosexual” apareció en el contexto del darwinismo social, en una época en que se concebía que esta conducta sexual podía transmitirse genéticamente y, por tanto, erradicarse mediante la eutanasia, es decir, impidiendo que los “homosexuales” se reprodujeran.
¿No irán en el mismo camino todas estas investigaciones que, obviando la evidente naturaleza bisexual del ser humano, asumen a priori la existencia de la división binaria hétero/homo y se empeñan en encontrar el conjunto de genes que pueda determinan la homosexualidad (Dean H. Hamer) o si existe algún área del cerebro, como el hipotálamo, con diferencias de tamaño en los homosexuales(Le Vay)?No. No hemos terminado aún con la fantasía occidental de que es posible erradicar la “homosexualidad”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Eres gay o bisexual?

Yo soy una tía de treinta y tantos tacos bisexual, casada, y en el clóset.

¿Me recomendarías buenos blogs sobre este tema de la ambivalencia sexual?

Gracias, desde México.

Náufrago dijo...

Soy gay, copié el articulo por interesante y porque la "comunidad" gay demoniza mucho la bisexualidad tachándola de homosexualidad no asumida plenamente. No puedo aconsejarte mucho sobre este tema, pero entre los enlaces que tengo de blogs que curioseo está el de Lucía Etxebarría, una escritora que puede aconsejarte mejor, ella escribe sobre todo esto y podrá orientarte correctamente.
Un beso, y me hace mucha ilusión saber que me lee alguien desde tan lejos!.